lunes, 17 de mayo de 2010

Pepito Arriola




¿Quién es responsable de la
historia de Pepito Arriola? ¿El destino? ¿La siniestra
trayectoria del pasado siglo XX?
¿Quién se acordará de él? Fue la leyenda viva
más importante de la música española. Nadie
subió tan rápido y tan alto, y nadie tampoco
desapareció en la bruma del olvido con la facilidad
que le sumió a él.



Pepito Arriola dejó pasmada a la sociedad
de su tiempo a los tres añitos. Corría 1899
y el monstruito había nacido en Betanzos, Galicia,
en diciembre de 1895 y el primer pasmo
se produjo entre el Ateneo de Madrid y el Palacio
Real. A partir de ahí el mundo entero.

Los únicos oídos
que decidían en el misérrimo panorama
musical español eran los de la reina
Cristina. Le dan un puñado de dinero
y lo mandan a Alemania. Ésa va a
ser su gloria y su desgracia, porque la
vida de Pepito Arriola seguirá el terrible
devenir de Alemania en el siglo
XX. Actúa ante el káiser Guillermo II,
que le da títulos y honores y nada menos
que una mansión en Mecklenburg.
Se le nombra hijo predilecto de
Leipzig y apenas ha pasado de los 13
años. Luego el mundo entero. En San
Petersburgo el zar Nicolás le colma de
agasajos y es sabido que a duras penas
se libra de ser magullado por el selecto
auditorio ruso que quería tocarle como si
se tratara de un milagro. Estados
Unidos, el Metropolitan y el Carnegie
Hall,Londres, Albert Hall y la
consagración definitiva en La Scala de
Milán en 1912. Su madre le asegura las manos
en cien mil dólares, lo que corresponde a diez
mil dólares por dedito.
Trabajará con Strauss,Nikish y Furtwängler,actuaría con la filarmónica de Berlín, poca
broma, en la cima de la cultura musical germana.
A los conciertos de
Pepito Arriola asistirán Hitler y Goebbels y
Goering, que se sepa, y tocará para la División
Azul española.
A Pepito Arriola le agarraron
los rusos, pasó las represalias de la época, tocó
lo que pudo y volvió a España en 1946 convertido
en un juguete roto. Dio dos conciertos
en Barcelona, uno en el Palau, un domingo
de abril por la tarde, todo el programa era
Schumann.

Al año siguiente en el Casal del Metge
la integral de Preludios de Chopin
y Debussy, una pasada de exhibición que
apenas mereció ecos en la prensa.
Pepito Arriola, ya maduro,
es decir, el derrotado José Arriola, interpreta
a Chopin y Debussy en Barcelona ante
el Caudillo.

Lo cierto es que lo último que
querían encontrarse en Barcelona era al pianista
del nazismo, interpretando en el Palau
el recital de sus fastos con el Reich.
En el fondo, reconozcámoslo, lo patético
del intérprete, del cantante, del actor, es que
no deja de ser un criado del poder. Sólo sobrevive
a él si sabe desengancharse a tiempo. No
es una cuestión de talento artístico, sino de
astucia política.Murió olvidado en Barcelona en 1954.

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